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Aunque sea de bromita es muy común que a cualquier “Ana Bárbara”, le digan que es una pinche tortillera.
A sus espaldas, muchos “Antonios”, siguen recibiendo el título de puto.
Aunque guapísimas, a demasiadas “Vanessas”, por el ocio de joderlas gratuitamente, les dicen que son unas asquerosas transexuales.
Bastantes “Remys”, más de la mitad de su vida, les han dicho muerdealmohadas.
Y a varios “Ricardos”, soplanucas.
A mi me gustan las chicas chaparritas y nadie me dice nada, a Carol le gustan los chicos altos y creo que jamás ha sido molestada por eso y no creo que a ti (si es que eres hetero) te jodan porque te gusta algo que esté dentro de “lo normal”.
Ahora imagina que desde niñ@ has sido perseguido, ridiculizado y crucificado por casi todos porque te enamoraste de “Raúl” o te atrae “Marta”.
La verdad se me hace inconcebible, no tengo ni la menor idea de lo que significa siquiera el vivir eso diariamente. El que me jodan por mis gustos, por mis atracciones. Es más, no me imagino que me prohiban o me juzguen siquiera por algo tan idiota como el que me guste la salsa de aceite.
Ahora, menos me imagino que me chinguen por algo realmente inevitable como una atracción o sentir lo más hermoso y pleno humanamente posible: el amor.
Lo que sí, es que todo esto de la intolerancia se me hace algo injusto, inhumano, terrorista, asesino, que atenta profundamente con la dignidad humana y que elimina uno de los derechos universales: La felicidad.
Hoy es El Día Internacional del Orgullo LGBT, por lo que pongo aquí adelante un video bajo la producción de Exquisito Fiu Fiú que va justamente de esa reflexión.