No podríamos estar más agradecidos con el público de la sensual Colombia, el segundo país más adicto a los Fiu Fiús de nuestra página, y para celebrarlos como lo merecen, hoy hablaré de una artista de la tinta, que además de excelente tatuadora, es un boom en las redes sociales: Katherine Flores, mejor conocida como “Tatu Baby”.
Con más de 178 mil fologüers en tuiter, esta sexy tatuadora colombiana está causando revuelo en el mundo de las redes sociales, debido a su voluptuosa figura y talento para ejercer el arte de la tinta en lugares insospechados del cuerpo.
Su familiaridad con la tinta, comenzó tras una ruptura matrimonial, un parteaguas en su vida en el que recordó el concurso de dibujo que ganó a los 14 años. En ese sentido, además de su evidente appeal, Katherine posee un gran talento para plasmar como si fuera cámara fotográfica, los diseños de sus clientes.
Al redactar esta nota, mi curiosidad intrínsecamente morbosa, hace que me cuestione qué tipo de desenlace ocurriría durante un proceso de tatuaje con la ponderada “Tatu Baby”.
¿Acaso charlaríamos sobre alguna anécdota erótica, de amor, de desamor, sobre si le gusta con chile o con el que no pica…? o alguna historia divertida, de otra dimensión…
¡Bah! Seguramente terminaríamos hablando de la inmortalidad de la pizza y después le diría, “¿podríamos descansar un poco? es que duele un putero”, es decir, lo usual en una sesión de tattoo, pero lo importante con esta chica, es que estimula la fantasía.
Ergo, es de mi entender -y por experiencia propia- que la interlocución con un artista del tatuaje, es sumamente íntima y que ahí se nos ofrece una faceta única.
Ellos son los receptores de información y convierten en una marca de identidad, cosas que quizás ni los familiares del cliente conocen (y por eso siempre pregunta qué es eso o qué significa tal diseño).
Como dato, “Tatu Baby” prefiere los meses fríos para tatuar y alejarse un poco del calor, sol y agua.
Los tatuadores, sin ellos saberlo —o quizás en su inconsciente— fungen como terapeutas, catalizadores, logrando una conexión única que solamente las personas con un tatuaje permeado entenderían.
¡Ay pero qué sabroso! así hasta me dejo tatuar mi San Juditas que tanto quise.
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